Lo expuesto en este informe muestra un momento de la carrera que debe ser analizado en profundidad. Con seguridad hacen falta datos y más interpretaciones de los acontecimientos ocurridos. Lo que parece conveniente resaltar es la presencia del no cumplimiento de los compromisos entre los actores. En este caso parece incidir de manera gravitante los incumplimientos de los acuerdos establecidos a fines del año pasado. Es claro que el claustro del año 2007 -demandado por los y las estudiantes organizada-os, dio paso a una propuesta de trabajo que debió retomarse en marzo del 2008.
El descontento de las y los estudiantes y su desconfianza en las y los académica-os fue aumentando en la medida en que sus demandas no fueron escuchadas. Ello motivó a reacciones excedidas frente a dificultades que enfrentaron en una asignatura. Desde el punto de vista formal el perfil del programa no correspondía al programa entregado por el profesor. Para éstos los estudiantes las modificaciones que habían sido pensadas como una forma de actualización, se vio como despreocupación en la administración de la carrera. No obstante, este procedimiento se había aplicado antes por otras y otros profesora-s. La pregunta que nos hacemos entonces es ¿Por qué se transformó en una bandera de lucha?
Una respuesta posible es que entre los y las estudiantes existía un malestar generalizado, inquietudes por la calidad de la docencia, disconformidad con los procedimientos empleados, mala relación estudiante profesor, entre otros. Si bien estos elementos fueron planteados en el claustro del año 2007, en esta oportunidad se percibieron como la muestra del caos administrativo. Para los estudiantes las causas de los problemas de la carrera radicaban en una deficiente gestión académica amparada en una institucionalidad poco sólida. Asimismo, vieron académicos sin compromiso con el mejoramiento de la calidad de la docencia y con la acreditación. Situaron todo el problema en profesores con larga trayectoria en la carrera.
Entre los académicos existió una fuerte orientación corporativa para defender a los profesores cuestionados, pero no se hizo mayor análisis de la situación. Las reacciones estudiantiles fueron vistas como sobredimensionadas. Se aceptó la tesis del malestar generalizado pero no se trataron los problemas administrativos. Se pensó en la baja representatividad de los líderes del movimiento.
El desplazamiento del conflicto hacia las autoridades universitarias restó importancia al consejo de carrera y de departamento. Sin embargo, no se realizó un análisis de la situación. Se trataba de un exceso de los estudiantes, lo cual mostró bajos niveles de autocrítica. Algunos docentes plantearon la necesidad de escuchar y comprender las demandas de las y los estudiantes. La solicitud de expulsión de los docentes por parte de los estudiantes nunca fue aceptada por los profesores. Pero tampoco se facilitó el análisis y debate.
Estas memorias muestran una historia de incomunicación, en un contexto de cultura organizacional que no facilita el intercambio abierto al debate. Proyectos de universidad y carreras diferentes, fundamentos políticos distintos y opciones de vida diversos están presentes, pero aún no dichos.
Para los estudiantes la experiencia vivida vista desde el presente implica que la democratización en nuestra carrera aún no ha terminado, solo se ha iniciado para que las nuevas generaciones con pensamientos críticos y activos asuman su dirección. Velar por los acuerdos es responsabilidad de los-as académicos-as, -que han participado junto al estudiantado.
Finalmente, es importante registrar en este informe la importancia de iniciar un proceso de autoevaluación para ver modalidades concretas para el mejoramiento docente, investigativo y de vinculación con el medio. Es urgente abrir un espacio para analizar la relación estudiante profesor entre los y las académicas, entre los estudiantes y entre ambos. Sería central incorporar a este debate a los egresados para valorar los resultados obtenidos y trabajar la cuestión de las expectativas laborales.
El trabajo es mucho y el tiempo nos apremia. Avanzar a la acreditación implica a todos los académicos que nos comprometimos a ello. Pero en estas semanas ha quedado claro que no todos estamos trabajando. El acuerdo fue que la paralización de las actividades académicas se justificó por dar cumplimiento a los compromisos, sin embargo no fue así del todo, puesto que mientras algunos académicos trabajaron para cumplir con estos compromisos con los estudiantes, otros académicos no trabajaron en ello, evidenciando una falta de voluntad para cumplir con los compromisos adquiridos. Esperamos que los académicos que estuvieron ausentes en esta labor se integren próximamente a los compromisos adquiridos que aún quedan por cumplir. Asimismo, esperamos que las personas responsables de velar por el cumplimiento de tales acuerdos sigan con atención este proceso que se prolongará muy probablemente hasta diciembre de 2008.
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